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La rosa es la reina de las flores (el rey es el jazmín), fascinante desde el punto de vista estético, al igual que del aromático. Ofrece un perfume con nota olfativa floral, pesada, polvosa, femenina, sensual, madura y apasionada.
La rosa ha sido por siglos mencionada en poesías, entregada como regalo y utilizada como ingrediente de fragancias; siempre considerada la más bella y delicada; es un clásico que nunca pasará de moda. Apreciada y cultivada por culturas en todo el mundo, las hay de especies miniatura y hasta de 7 metros. En jardinería dan mucho juego porque permiten crear híbridos de 2 o más especies, lamentablemente la mayoría de cruzas hacen que pierdan su característico y exquisito aroma.
Aceite de rosas
El proceso de extracción del aceite de rosas es costoso, para obtener 1 gramo de óleo puro, se necesitan 3 kilos de pétalos. Además, para aprovechar al máximo la flor, debe ser recolectada a mano, antes del amanecer y extraérsele el aceite el mismo día.
La esencia se obtiene principalmente de las especies damascene y centifolia, y puede tener 2 formas: aceite esencial o absoluto de rosas, el primero se obtiene mediante destilación con vapor y el segundo por extracción con solventes o con el método enfleurage + solventes. Este último es el que más se utiliza para la rosa en perfumería, ya que preserva mejor toda la riqueza de su olor. Los principales países productores son Turquía, Rusia, Francia, Egipto e India.
Actualmente no existe una alternativa sintética o artificial viable para uso en perfumería, que se acerque siquiera al auténtico olor a rosas. Se utilizan aceites adulterados con otras flores o con mezclas sintéticas para crear una sensación similar, que también se utiliza en ambientadores y cosmética.
Fragancias con notas de rosa:
Tom Ford Noir de Noir